Casa de todos y de nadie a la vez
De aquí emana la foránea realidad que se desnuda con prisa y petulante solo para mi ojo izquierdo mientras el resto le acepta con celestial malva. Si te nombras propiedad mía; ¿cómo es que te aprecio ajena? ¿Será que no te siento? Deambula por mi razón la ya épica premisa del “querer es poder”, colgándose en el espejo del cinismo vestida de interrogante.
Ahora sospecho que el poder es solo cuestión teórica y sin comprobación, de hecho, me causa singular simpatía. La inspiración entonces no me llega… es que no podría llegarme si no ha tenido chance de desprenderse de mí. La he acorralado en mi establo junto a las vacas silvestres. Hasta que ella no logre hacerme ver de este animal un simple mamífero permanecerá conmigo pues sin dudas el que pueda yo admirar su belleza no es una virtud que sea capaz de comprender por simple conciencia.
Y aunque quizás privada de la fuente de Castalia, he llegado a mi propio oráculo…Que delicia el colocarme triunfal la corona de laureles y crear con mis citaras infinitos ritmos que expandan mi nombre. Con calma
Ensalzo mi persona con fastuosa admiración pues la declaro deidad. Tú también lo eres, igual ella, y él… todos lo somos. Oh divinidad … cuan vana y cotidiana te he mentado!
Con orgullo me coloco la banda de profana porque hoy he sellado con lo único que tengo –mis letras– la promesa que dejaron hace un tiempo los vencidos disfrazada de locura en su entorno y que ellos en sus días al igual que yo en el ahora atribuyo al hado.
Mala música del alma
Invitación al dolor
Gota succionada de aliento
Vive conmigo
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