miércoles, 11 de mayo de 2011

Del amor..

Por qué temerle al amor, cuando por el estamos vivos? Por qué querer idear otras normas cuando nos arrastran las presentes? Por qué acudir al absurdo que promueve lo vano y enagenar con ello lo sublime que se muestra inherente a todos nosotros?

Tanto  ajeno como indigno se anuncia lo que pueda yo expresar con palabras sobre este tema. Pero dejando que no sean la carne sino mi alma quien revele su sentir, veamos si se torna en letras lo que yace en mi espíritu.

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Cuando sentí sed y me dieron de beber me di cuenta que no era agua que faltaba en mí. Luego cuando rugía mi estómago y fui alimentada noté que tampoco este era lo que me urgía. Mas cuando quedé sola en la intimidad de mi alcoba caí en cuenta que mi sequía no era del agua de las fuentes y que mi hambruna tampoco era de los alimentos materiales de la tierra, sino que ansiaba un agua de vida y un alimento de pasión para saciar mi esencia.

Cuanto tardé en comprender que no venía de la materia como tal lo que yo misma me reclamaba con desesperación. Fue por esto que requerí del sacrificio de mis años, mis sentimientos, mis oportunidades y de créase mi vida             «per se»         para poder descifrar mi anhelo.

El continuar la vida privada de este me hubiera sido posible, claro! ignorando el pesar que llevaba en mis adentros. Impidiéndole el gozo eterno a mis sentidos. Demostrando que el egoísmo y la frivolidad ciertamente pueden vencer al hombre. Aplastando íntegramente aquello  que pueda significar pureza en mí historia. Revocando todos y cada uno de los derecho vírgenes que intenten calar mi cuerpo.